martes, 5 de marzo de 2013

LLegó la hora


Esta entrada está dirigida a los empleados de la empresa privada. Si eres empleado gubernamental puedes leerlo, pero después no quiero llanto.

 

                Como colonia de EEUU, tenemos una relación estrecha con ese país. Unos la idolatran, otros no la quieren y otros desean consumarla. Seas del grupo que seas, lo cierto es que tienes un familiar, un amigo, un vecino o un conocido que un día decidió emigrar a ese país. Has oído sus anécdotas, unas buenas, otras regulares y otras malas. En alguna conversación has estado en la que alguien hace comparaciones entre EEUU y Puerto Rico. Son muy pocos los que se van y regresan. Actualmente hay más puertorriqueños en Estados Unidos que en Puerto Rico. Aunque lo niegues, seguro has tenido alguna vez el pensamiento o la curiosidad de experimentar mudándote allá. Como a todos los que no lo hemos hecho, seguramente pusiste en una balanza un montón de factores muy válidos, al igual que yo. Nuestro archipiélago es hermoso (aunque sus habitantes tiren basura en todos lados). Aquí está tu familia (los que consideran que tienen una), se vive tranquilo (aunque los asesinatos son de tres en tres y al lado tuyo) y no hace frío (como si no existieran los abrigos). Allá se pagan muchos taxes (como si aquí no). Entre muchas otras, esos son algunas de las razones por las cuales escogemos el inmovilismo. Pero la más fuerte siempre ha sido; Esto va a mejorar. Esa es la que nos aguanta cada día. Y así se van los días, meses y años y al momento de analizar, descubrimos que estamos igual o peor. Y seguimos aquí.

                Cuando Aníbal Acevedo Vilá llegó al poder (con trampa) en el 2005, nombró a Ileana Fas a la OGP (Oficina de Gerencia y Presupuesto). Lo primero que dijo la funcionaria fue que el país estaba en quiebra. Y nadie le hizo caso, por el contrario, todo el mundo le “entró a golpes” hasta que “renunció”. Desde el  2009 la representante Lourdes Ramos ha estado machacando con que el sistema de retiro del gobierno está en crisis, que se hicieron unas transacciones indebidas (y quizás hasta ilegales) y que el futuro del sistema no pintaba bien. A ambas el tiempo les ha dado la razón. ¿Y cuáles son las soluciones? Ni se les ocurra pensar que son mejorar la eficiencia del sistema, cortar gastos (aunque Fortuño lo intentó y ya saben el resultado) y atacar la evasión contributiva. No. Eso dá mucho trabajo. En el primer caso fue imponer el IVU. Y con la eficiencia que caracteriza al Departamento De Hacienda, apenas se recoge el 40%, y los consumidores seguimos clava ’os. En el segundo caso es peor. Van a ponernos a todos a pagar para salvar el sistema de retiro. Sí. A ti que no recibes ni recibirás ese beneficio. A ti que no tienes nada que ver con el desmadre que causó la incompetencia gubernamental. Sí. A ti que al retirarte (si algún día lo logras) dependerás del seguro social y de tus ahorros, que no van a ser muchos porque con lo caro que está el costo de vida sería un milagro si puedes ahorrar. Esa es la magnífica solución que propone nuestro gobierno. ¡Qué cojones! Por ahí vienen impuestos a tó’ lo que dá. Hasta para el aire que tienen las gomas de tu carro. Porque las vacas sagradas del gobierno no pueden sufrir las consecuencias de la quiebra que ELLOS MISMOS provocaron.

                Quiero que pienses. ¿Alguna vez has escuchado o leído de alguna propuesta gubernamental que sea para beneficio de los que no trabajamos en el gobierno o que no cogemos cupones? ¿Alguna vez? Para lo único que se acuerdan de nosotros es para meternos la mano en el bolsillo para remediar su ineptitud. Por eso te tengo una propuesta; ¡VAMONOS PA’L CARAJO! Si eres asalariado en alguna empresa privada, lo más seguro tienes cualificaciones para ser exitoso en alguna otra parte. Si tienes negocio propio, seguramente el maldito gobierno te tiene asfixiado. ¡ATREVETE! ¡NO TE AFERRES A ALGO QUE NUNCA HA MEJORADO COMO ESPERAS, QUE SOLO EMPEORA! Dejémosle el país a los políticos, a las uniones, a los cuponeros, a los pillos, a los narcotraficantes, a los asesinos, a los tecatos, a los pelús de la UPR (a los que pertenecí en algún momento), a los pidiones de las luces y a los que piensan que esto es un paraíso. Que ellos se paguen sus sueldos, sus retiros, sus convenios colectivos, su agua cara, su luz cara y sus bonos. No te dejes atropellar más. Que se queden con su país, que es lo que pasa ahora, pero que se lo traguen sin nosotros. En fin, nosotros no existimos para ellos.

                Es una decisión difícil. Como hijo de un exiliado te puedo hablar de eso. ¿Pero no piensas que tienes derecho a ser respetado? Sólo piensa. Mañana te despertarás de madrugada, luego de una noche de mal sueño porque el reggaetón de los carros en la calle te despertó a cada rato. Saldrás de tu casa por una carretera llena de hoyos hasta llegar a un semáforo donde alguien te pedirá dinero para “comer”. Luego de a duras penas pasar por una calle donde hay doble “parking” y que la policía ignora, llegarás a una oficina gubernamental en la que harás el turno 147. Cuando vayan por el 18 a las doce menos diez, te informarán que tienes que esperar hasta la una porque hay que almorzar. Al llegar las tres y vayan por el 37, te dirán que tienes que volver al otro día. Al otro día irás y el empleado que te atiende de muy mala manera pondrá todas las excusas, subterfugios e impedimentos posibles para no darte el servicio. Luego te instruirá a ir a 18 agencias más (donde pasarás por lo mismo), para dentro de cuatro meses recibir el servicio que necesitas HOY. Y a ese empleado es que le pagarás su retiro. Ese es el que estará echándose fresco en las guaretas mientras tú todavía estarás trabajando. Si quieres seguir viviendo eso, muy bien y se te respeta. Pero muchos pensamos que llegó la hora de irse pa’l carajo.