En el periódico leí que el boxeador que se
declaró homosexual está molesto con Vigoreaux porque hizo unas expresiones “homofóbicas”.
Quizás al muchacho le sorprendió que no todo el mundo lo iba a felicitar, a
aplaudirlo y expresarle su simpatía. Cuando Ricky Martin expresó abiertamente
su homosexualidad, muchísima gente salió a felicitarlo, a echarle flores y a
vitorearlo. Al ver la reacción, son muchos los que se tiraron después de él. La
mayoría de los casos fue académico porque dieron la impresión de que todo el
mundo lo sabía menos la propia persona. ¿Y por qué traigo este tema? Bueno,
pues porque pienso que los homosexuales de antes eran muy diferentes a los de
ahora.
Todos
tenemos uno o varios familiares, amigos, conocidos, compañeros de trabajo o
vecinos que son homosexuales. Y hemos vivido de lo más bien junto a ellos.
Siempre los hemos reconocido y por lo menos en mi caso nunca los he maltratado,
porque no hay motivo para hacerlo. Pero también hay algo, los homosexuales de
antes entiendo que eran recatados, no en el hecho de demostrar su
homosexualidad, si no en el sentido de que no exhibían esa urgencia y frenesí
de estar gritándolo a los cuatro vientos y en cada momento posible. Y mucho
menos querían convencer al resto de la humanidad de que para ser inteligente,
maduro, “open minded”, culto, moderno y buena persona había que aplaudirles su
sexualidad. Ahora no es así. El mero hecho de pensar diferente a ellos te hace
homofóbico, bruto, cavernícola, malo y atrasado. Gran parte de ésta manera de
pensar quizás se deba a la persecución y desprecio profesado por los religiosos
hacia ellos durante tanto tiempo. Recordemos que los religiosos odian a todo el
que no sea de su iglesia, llegando al punto de que se odian hasta entre ellos
mismos aunque sean "cristianos", pero de diferente denominación. Por
lo tanto, comportarse igual que ellos no hace sentido si a la misma vez se
quejan de ese comportamiento.
Por
otro lado, yo no soy homosexual ni me gusta la idea. A mi me gustan las
mujeres, y sí, soy un “macharrán” de siete suelas. Pienso que el ser viviente
más hermoso es la mujer. Por lo tanto, si quieres ser homosexual pues selo, eso
no me viene ni me va. Puedo ser tu amigo, trabajar contigo, fiestear juntos y
quererte. Lo que no te acepto es que me llames bruto, homofóbico y todas esas
cosas sólo porque no me agrada el homosexualismo. No soy homofóbico porque no
les tengo miedo, al contrario, pienso que son parte de la sociedad. Pero
tampoco creo que esté bien querer empujarles esos gustos a las otras personas
por ojo, boca y nariz. Según llamas a los demás homofóbico, pueden llamarte a ti
“heterofóbico”. Lo mejor es que todo el mundo se respete y ya.
Para
terminar, les cuento una anécdota de una conversación que tenía hace un tiempo
con un grupo de personas, en las que se encontraba una persona de esas bien “open
minded” y humanista y que se yo, y se hablaba sobre el tema. Su argumentación
consistía en todas esas frases, estribillos y argumentos que escuchamos a diario
en los medios de comunicación, que si pa’ quí, que si pa’ llá, que si los niños
que se crían con homosexuales son más felices que los que se crían con un
hombre y una mujer; Que si las parejas homosexuales tienen un amor más lindo
que las parejas de hombre y mujer; Que si los homosexuales son más inteligentes,
etcétera, etcétera. Al final sólo
le dije; “Imagínate a tu papá, o a tu hijo, o a tu abuelo, o a tu tío encaja’os
con otro macho, o atraganta’os con esa jodienda en la boca”. Silencio total y
cambio de tema.